En 1944-1945 las tropas aliadas que avanzaban se cruzaban con campos de concentración en su camino hacia la victoria, en una carrera hacia Berlín. Para los liberadores se trataba de un encuentro con un infierno inimaginable, esqueletos de hombres y mujeres, pilas de cuerpos, el insoportable hedor de la muerte. Entrenados como combatientes, tuvieron que sobreponerse a la situación y convertirse en sanadores.
Prisoneros liberados de Ebensee, un subcampo del campo de concentración Mauthausen, Austria, 1945