Kenneth Treister- Escultura final
Audio solamente
Entonces, cuando construí por primera vez el monumento… traje a un grupo de rabinos aquí para que lo vean. Algo así como 10 o 12 rabinos. Y los llevé a recorrer el lugar que ustedes acaban de ver de día. Y les conté acerca de este final y de cómo usé a Ana Frank, quien fue citada al comienzo de manera optimista (“La gente siempre tiene buen corazón”) y aquí (“La terrible realidad ataca y aniquila totalmente los ideales, los sueños y las esperanzas en cuanto se presentan”). Éste era el final.
Y uno de los rabinos dijo: “Sr. Treister, usted tiene un problema. Le respondí: “¿cuál es el problema?”, y me respondió: “en la tradición judía no se puede terminar una historia con un final triste”. Es la tradición judía. La historia tiene que tener un final feliz. Otro rabino dijo: “esperen un minuto” como suelen hacer los rabinos, “nunca podremos hacer que el holocausto termine con un final que no sea triste”.
Entonces yo estaba aquí como arquitecto y no como un erudito en la tradición judía y se me presentaba aquel dilema. Entonces cuando regresé llamé a Mel Lexenburg; Mel Lexenburg es mi autoridad en tradición judía. Nancy lo conoce y otras personas también lo conocen. Él estaba –aún está- en Israel y es una autoridad en tradición judía. Entonces le conté la situación. Le dije: Mel, “¿cuál es la respuesta?” Tú sabes, dicen tal o cual cosa… Y me dijo: “Ken, en el judaísmo, todo es cíclico. Tu monumento es redondo. No tiene un principio ni un fin. Es redondo. La Torah es un rollo que nunca termina, no es un libro que tiene un comienzo y un fin, está enrollado constantemente. Cuando terminas uno, comienzas el otro. Él dijo que esa es la diferencia entre el judaísmo y el cristianismo. No tenemos una historia que se nos vaya presentando de a poco. Una generación no sigue a la otra. Hay nietos, hay niños, hay adultos, hay adultos jóvenes, hay adultos mayores, hay abuelos. Y hay un ciclo constante de círculos que se continúan…”. Y añadió: “tu monumento es un círculo, no termina nunca”.